Un nuevo año comenzó y con él miles de propósitos y sueños alrededor del mundo surgen para poder hacerse realidad durante todo el transcurso de los nuevos 365 días que inician -y sí, yo me incluyo dentro de todos esos nacientes propósitos-.
Mis planes de este año fueron diferentes -debo admitirlo- porque por primera vez en mi vida yo estaba en esos propósitos, a diferencia de otros años en los que solamente me concentraba en las cosas que me pasarían o en los eventos que inevitablemente llegarían; este año pensé en mí. Aprendí que si yo no estoy bien, entonces las cosas que haga tal vez no salgan bien y por eso mismo priorizo mi bienestar y mi salud.
Creo que esto es algo que poco a poco “nos llega” a todos o como yo lo llamaría “una ola de realismo” es decir, ese momento en el que te das cuenta de todo y comienzas a ser consciente que estás viviendo día con día, tomando decisiones, pensando, eligiendo... y que a largo plazo cada acción que tomes, imborrablemente, deja su resultado.
No
sé si a ustedes les pase que justo días antes de terminar el año, todo lo que
hagan tiene un significado, más o menos como un ritual de año nuevo: “si haces
tal cosa va a haber abundancia y riquezas o que si haces quien sabe qué
menjurjes mágicos –que casualmente solo se lo saben las mamás, tías o abuelas-
se te van a cumplir todos tus deseos o simplemente que algo inexplicable, que
no te esperas, sucederá por fuerzas del universo” y ese tipo de cosas que, a
veces, por más que trato de no considerarme supersticiosa, me las creo y pienso
que todas las acciones que haga tendrán un significado para todo el próximo
año, algo así como marcar tu camino o tu suerte.
Y
precisamente aquí es donde mi “ola de realismo” llega porque me doy cuenta que
para muchos el empezar un nuevo año es reinventarse o renovarse y si podría ser,
-quién soy yo para decir que no- pero… ¡sigues siendo la misma persona! No va a
pasar que después de la cuenta regresiva se te borre la mente y te olvides de
todo, no. Vas a seguir pensando las mismas cosas, vas a seguir persiguiendo ese
sueño y vas a seguir siendo tú y solo tú… pero cuál es la realidad de la
situación y lo que si puede pasar: que tus propósitos no solo sean ideales,
sino que sean objetivos realistas que te inspiren a cumplirlos y que, por más que
tu mente te quiera engañar para hacerte el camino fácil a cumplirlos, van a
requerir de un esfuerzo en el que solo tú sabrás qué nivel de mérito y
dedicación le pondrás para hacerlos realidad y que no se queden estancados volviéndose
cada vez más difíciles y lejanos de cumplir.
Todo
esto de los objetivos y metas no solo tienen que ser en fin de año, firmemente
pienso que cualquier día es bueno para proponerte algo o para cambiar, si así
lo deseas, y que la ilusión de comenzar un nuevo año no solo sea eso, una ilusión, sino que
sea realidad.
Citando
una frase que me gustó y que queda muy de acuerdo a lo antes escrito “debemos
usar el pasado como trampolín y no como un sofá” no se puede empezar de nuevo
si no tomas tu pasado: quién eres, qué quieres y hacia dónde vas porque a final
de cuentas la persona que vive y la que recuerda todas esas experiencias eres
tú.
Escrito por Audrey Amelié VL
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